lunes, 2 de mayo de 2011

El hotel más raro del mundo se encuentra en Berlin (Alemania) y se llama «The Propeler Island». No es un lugar dónde dormir sino una galeria donde cada habitación es una obra de arte. Esta galeria consta de 31 habitaciones llenas de sorpresas y caracterizadas de las formas más locas, con camas volantes, mesas de quirófano y duchas dentro del armario, entre otras extravagancias.



El creador de este proyecto es Lars Stroschen, un artista berlinés que parece haberse tomado muy enserio su objetivo de hacer dormir a sus huéspedes dentro de una obra de arte.

Visto desde el exterior el edificio no llama mucho la atención. Pero la aventura comienza nada más atravesar el umbral. Para empezar, no hay recepción, pero en su lugar se abre el salón del desayuno. O más bien habría que decir «la jungla del desayuno», una estancia cuyos muros están cubiertos por gigantescas fotografías de plantas tropicales.

Llega el momento de elegir una habitación, y aquí todo depende del estado de ánimo actual o de las experiencias que se quieran vivir. A cambio de un precio que oscila entre 70 y 115 euros es posible vivir un experimento insólito. Por ejemplo: 


Si se echa en falta la luz del sol, nada como alojarse en la número 1 («Orangenes Zimmer»), donde se puede recibir un dulce baño de calor gracias al color naranja que lo inunda todo. 

Orange Room

Si se busca la máxima concentración la habitación adecuada es la 28(«Gummizelle»), que está completamente forrada con un acolchado de color verde a través del cual no traspasa ni el más leve ruido. Lars Stroschen asegura que aquí se pueden escuchar los latidos del propio corazón. 

Padded Cell
Para quien sufra un trauma con sólo pensar en un hospital está diseñada la habitación número 18 («Therapie»): un perfecto quirófano. También da que pensar la 26 («Knast»), que es una celda con su correspondiente catre pero con un boquete en la pared. Todo un canto a la libertad con la peculiaridad de que cuenta con un fantástico 
balcón. 

Therapy    

Freedom

Para perder definitivamente el miedo a las alturas también existe un remedio: la cama de la habitación 12 («4 Beams») está suspendida a 1,6 metros de altura. El sueño perfecto lo proporciona la número 11 («Flying Bed»), donde un juego de efectos visuales hace flotar la cama en el aire.
4 Beams 

Flying Bed

¿Disconforme con la realidad? Entonces hay que ponerlo todo patas arriba, y para ello lo mejor es elegir la habitación 23 en la que podemos contemplar una habitación del revés, es decir, todos los muebles están pegados al techo.

Upside Down


Los niños también tienen su rincón. Para que no se aburran lo mejor es reservar la habitación número 3, la cama está en lo alto de un castillo y las paredes ambientan la estancia como un cuento. Tampoco falta la habitación de la abuela con la clásica cama antigua y retratos en la pared, pero con un punto de excentricidad, ya que la ducha está dentro del armario. 


Castle Room


Grandma's Grandma's

Lars Stroschen es además un reconocido DJ, así que cada habitación cuenta con su particular banda sonora.

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